martes, 4 de enero de 2011

Tiburón no hay más que uno...




El tiburón en cuestión.

Pues eso, tiburón no hay más que uno y a ti te encontré en Bastiagueiro...

Fue lo primero que se me pasó por la cabeza cuando leí el artículo de ayer de La Voz de Galicia, que informaba de la aparición de un tiburón muerto varado en la playa de Santa Cristina en La Coruña. Tampoco pude evitar recordar la peli de Spielberg.

Se había visto, en días anteriores, herido y nadando por la playa de Bastiagueiro, provocando según parece varias escenas tensas entre bañistas, surfistas y parroquianos.

A su vez, sorprende la frialdad de alguna de las personas que estaban en el agua cuando aparece el tiburón, que incluso llegan a proponer volver a la orilla rodeándolo, lejos de ser presas del pánico.

¿Son así de valientes o se tiraron el rollo cuándo llegó el periodista a preguntar? Porque evidentemente, poca gente no se acojona cuando ve un tiburón de tres metros, a no ser que sepan mucho pero mucho del tema, cosa que dudo. No me creo que los bañistas en cuestión se quedasen mirando al bicho y preguntándose si sería un tiburón peregrino, un marrajo común, un tiburón tigre u otras muchas posibilidades. Y planteándose si tenía hambre o no.

Por lo visto el animal estaba enfermo y herido y llegó a estas costas en busca de aguas más tranquilas y menos profundas para morir.

Más allá de la historia, no deja de ser curioso que elija morir en Santa Cristina, en cuyos pubs y discotecas se ha bailado durante años al son de "Ahí está, se la llevó el tiburón, el tiburón".

Sí, sí, Santa Cristina, tierra de noches repletas de escualos durante años. Cuántas relaciones rotas en esas discotecas habrán visto ahora un sentido a todo, por aquello que decía Woody Allen: "La relaciones entre dos personas son como los tiburones. Han de nadar hacia adelante o mueren. Y lo que tenemos entre manos es un tiburón muerto".

Creo que a pesar de este hallazgo, estamos en condiciones de afirmar que en Santa Cristina es más probable encontrar tiburones fuera del agua que dentro. Sobre todo por las noches.
Eso sí, funciona como cualquier otro acuario; si quieres entrar en algún sitio y ver la gran variedad de peces escualos tienes que pagar. Durante tu paseo por las instalaciones vas acompañado todo el tiempo de alguna música infame. Cualquier consumición que tomes en ese lugar dedicado a la didáctica del mar te cuesta el doble que en cualquier otro sitio. Y por lo general no se permite que alimentes a los animales, exceptuando algunos "acuarios" de dudosa reputación.
La única diferencia es que la fauna no se encuentra detrás de una cristalera, con lo que estás mucho más expuesto.

Quizás nuestro pobre animal acudió allí por ser un cementerio de tiburones. Propóngo que se realicen investigaciones al respecto.

Seguramente se confirmaría la gran presencia de la especie en todas sus variedades, e incluso su convivencia con otras especies como la marmota, también muy habitual.

Posiblemente la única variedad de tiburón que no aparecería sería la del gran tiburón blanco, pero de esa ya tenemos suficiente representación en las oficinas de los ayuntamientos.

He dicho.

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